sábado, 2 de febrero de 2008

Indiferencia - Tercera parte

"Estaba encerrado para no ver a nadie, abrí una rendija para oír el aire...". La canción sonaba desoladora en un panorama tan claustrofóbico... pero al fin y al cabo se auscultaba en su recuerdo. Oscar estaba encerrado en el baño del tren.

"Literalmente, me estoy cagando de miedo" pensó al tiempo que leía un pequeño cartel que prohibía fumar, seguido de un letrero que aconsejaba "No usar el lavabo en las paradas". El servicio era pequeñísimo, y apenas daba abasto con él, un inodoro y un lavamanos ("de agua no potable"). Sonrió tratando de calmarse al tiempo que intentaba introducir ("de una puta vez") cinco balas en su revólver.

Repentinamente los gritos se hicieron demasiado audibles para que Oscar los ignorase y se sumaron rápidamente puñetazos y cortes de espadas con hojas inservibles ("de filo de cuchara"). Un proyectil se le resbaló de las manos y, preocupado, comenzó a sudar de forma dramática...

...seguía nervioso /asustado / ("acojonado").

Lo recogió como pudo y lo colocó en el último orificio del tambor, cerrándolo rápidamente.

"Click"

...el silencio se hizo presente durante un segundo...

...y vestido de gala, como súbitamente vino, rápidamente abandonó aquel sitio para perderse en la inmensidad de las calles desamparadas.

El barrilete giró sobre su eje, mientras la pistola dejaba ir un potente trozo de plomo que traspasó la puerta y se incrustó en el pecho de un gremlin a una velocidad que se entremezclaba con el espacio infinito y el tiempo efímero. Oscar oyó sollozar a sus ojos y escuchó pestañar a su corazón...
...ni la traba que había colocado en la puerta pudo impedirlo...
...a contracorriente de puntapiés, una fuerte patada desde el interior del baño fue suficiente para abrir la puerta hacia afuera...
...cuando debía de hacerlo al revés.

"No sé nada de correr no sé nada de ascender, de esta mierda de arcoiris del cigarro de después, no sé, si la vida pasa en cueros castigado a la pared..."

El miedo desapareció como se esfuma la esperanza de vivir en un segundo completamente desalentador. Oscar había disparado a las bisagras y la puerta despedida hacia atrás aventó a un monstruo contra la pared. Inmóviles, las otras aberraciones se quedaron en silencio hasta que un codazo humano en la cara de uno de ellos volvió a estimular su sed de sangre.

Estaban por delante y por detrás suyo, éstos últimos apretujados por el poco espacio que había entre vagón y vagón. Desenfundó el segundo revolver apuntándolo hacia atrás mientras sostenía firmemente en frente de sí el cañón que casi se fundía con la nariz de uno de esos entes ("patéticos"). Dos disparos por detrás suyo fueron suficientes para que las balas surcasen varios cuerpos a la vez y éstos tiraran por inercia al resto, mientras que una patada imprevista volteó al esperpento que tenía delante que recibió un disparo en la cabeza en cuanto su casco contactó con el suelo de goma.

Las dos armas juntas batieron a dos gremlins que se habían subido a los bancos con intención de "emboscarlo por los lados", y luego a la par que se reservaba un último trozo de plomo fundido con una de sus armas y dos de éstos cruzaban el aire en direcciones opuestas, un movimiento desesperado termino por desembocar en el bolsillo derecho de su jacketa.

Se encendió el cigarro a la vez que un adefesio se libraba de su cárcel de cuatro asientos y una puerta, uno le acechaba por delante con una espada gruesa y tres se deshacían de los cuerpos de sus "camaradas" para volver a incorporarse a la emboscada...

...fue la calada más larga de toda su vida.

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